Actividad 4. Trabajarás ahora otro de los textos que te dio tu jefe, en él se exponen algunas sugerencias para una entrevista de trabajo. Realiza una primera lectura exploratoria y responde las siguientes preguntas.
Entrevista de trabajo, importancia y preparación
1. En un párrafo describe de qué se trata el texto que acabas de leer.
2. Iniciando un análisis de la lectura, ¿existe una relación entre el título dle texto y su contenido?
3. ¿Cuál es la idea central del texto?
4. Lee de nuevo el texto que se presenta. Revisa con atención las sugerencias que se marcan. ¿De qué manera ordenarías las sugerencias para que existiera una correcta progresión?
Observa que las preguntas y las respuestas corresponden a la macroestructura del texto: cuál es el asunto y su contenido.
Otro elemento que permite interpretar de una manera correcta las ideas que se exponen en un texto es el contexto, que es la ubicación en tiempo y espacio que da sentido a las situaciones que ocurren.
Analiza con atención el siguiente texto, en donde ubicaremos el contexto en el que se sitúa la obra. Leerás un pequeño fragmento de una obra del escritor mexicano Mariano Azuela. Su primera edición es del año 1916.
Los de abajo (fragmento)
Entre las malezas de la sierra durmieron los veinticinco hombres de Demetrio Macías, hasta que la señal del cuerno los hizo despertar. Pancracio la daba de lo altao de un risco de la montaña.
-¡Hora sí, muchachos, pónganse changos!- dijo Anastacio Montañés, reconociendo los muelles de su rifle.
Pero transcurrió una hora sin que se oyera más que el canto de las cigarras en el herbazal y el croar de las ranas en los baches.
Cuando los albores de la luna se esfumaron en la faja débilmente rosada de la aurora, se destacó la primera silueta de un soldado en el filo más alto de la vereda. Y tras él aparecieron otros, y otros diez, y otros cien; pero todos en breve se perdían en las sombras. Asomaron los fulgores del sol, y hasta entonces pudo verse el despeñadero cubierto de gente: hombres diminutos en caballos de miniatura.
-¡Mírenlos qué bonitos!- exclamó Pancracio-. ¡Anden, muchachos, vamos a jugar con ellos!
Aquellas figuritas movedizas, ora se perdían en la espesura del chaparral, ora negreaban más abajo sobre el ocre de las pestañas.
Distintamente se oían las voces de jefes y soldados.
Demetrio hizo una señal: crujieron los muelles y los resortes de los fusiles.
-¡Hora!- ordenó con voz apagada.
Veintiún hombres dispararon a un tiempo, y otros tantos federales cayeron de sus caballos. Los demás, sorprendidos, permanecían inmóviles, como bajorrelieves de las peñas.